Durante muchas horas la joven Sofía
aguarda, en el albergue portuario, al único carguero norteamericano que operaba
del continente a las selvas de Cayena, luego de firmarse la paz entre Estados
Unidos y Francia. Lo habían bautizado con el impactante nombre de “Repùblica de
Lituania”.
Sofía se paseaba impaciente por la
cubierta del barco, que después del amanecer,
se introdujo en una espesa niebla. Una suave y canosa voz le pregunta:
“que te han contado de mi”¿quién eres? responde Sofía una figura perfilada en la espesa niebla
contesta:”soy Jean Lafitte, corsario francés, abandonado a su suerte por sus
compatriotas después del tratado de paz.
Mi
actual misión, establecida por el supremo, es advertir a los viajeros en
esta ruta a la Habana, que fenómenos extraños los esperan al cruzar el mar de Los
Sargazos. Los pasajeros y tripulantes no deben temer, son amigos de los humanos
y los quieren ayudar. Inmediatamente desaparece la sombra y la niebla.
El día siguiente, amanece espléndido y
luminoso, el capitán ordena apurar la marcha para llegar a Cuba y descargar
el cargamento de tablas de construcción
y caoba que será enviado a Barbados, porque estaba totalmente desforestada. Los
ebanistas embellecerían las residencias de Oistin, famosa por sus pisos bolados
a la manera normanda.
Antes de divisar las costas de la isla,
otra espesa niebla volvió a cubrir el República de Lituania. Lafitte vuelve a
entrevistar a la joven, diciéndole:”quiero presentarte unos amigos”. Inmediatamente,
se acercan dos figuras muy altas, vestidos con trajes celeste brillantes, que tienden su mano y acarician
la cabellera de Sofía, diciéndole:”Estamos para ayudarles y queremos que se lo transmitan a sus habitantes cuando lleguen a
la Habana. En en el futuro muchas cosas cambiarán en la isla y serán
reconocidos mundialmente por sus intervenciones en eventos deportivos y el desarrollo de su medicina. Sofía,
aterrada por la visión, cae desmayada en cubierta. Cuando reacciona a los tres
horas, está en el camarote del capitán y le trasmite el mensaje de los
visitantes, recibe por toda respuesta: “hace años que no creo en Lafitte, como
buen pirata es un mentiroso”. Después de desembarcar el gobernador pegunta al capitán:”¿Que mensaje nos trae de
Jean Lafitte?.Sofía desciende del barco cubierta con un halo celeste brillante.
LAZARO
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